viernes, 30 de mayo de 2008


Cuando sea vieja, gris y cansada,
Cabeceando junto al fuego y tomes este libro
Y lentamente leas, soñado con suave mirada
Que tus ojos un día tuvieron, con sus profundas sombras

Cuantos adoraron tus instantes de alegre gracia
Y amaron tu belleza con amor falso, o verdadero
Pero un hombre amo el alma peregrina en ti
Y amo las penas de tu rostro que cambiaba.

E inclinándote junto al resplandor de los leños
Murmures, un poco triste, como huyo el amor
Como floto lejos de la montañas,
Escondido su rostro entre una multitud de estrellas. .